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El destino de la universidad

Artículo de opinión de Jaume Casals, rector de la Universitdad Pompeu Fabra
01.06.2018

 

Mi universidad, la Universidad Pompeu Fabra, es una universidad destacada en ciencias sociales y humanidades en la que han crecido con mucha intensidad, durante los últimos 15 años, los ámbitos de la biomedicina y de las TIC. De repente, abrumada por la magnitud del impacto de la actividad humana en los sistemas naturales del planeta y las crecientes desigualdades sociales, y quizás también para escapar de los elementos anestésicos de la increíble e inaceptable crisis política local y global, ha decidido que se deja desafiar por el concepto de bienestar planetario (planetary wellbeing). Y acepta así un compromiso inequívoco con la idea que expresa la pertenencia mutua entre el bienestar y la salud de todos y el bienestar y la salud del planeta. Acepta el desafío como un deseo y al mismo tiempo como una realidad académica que reúne una parte considerable de la tarea efectiva y muy cualificada de nuestra comunidad con el destino institucional.

Una apuesta de estas características, formulada desde el reconocimiento de lo que es global, no se hace sin un grado muy alto de conciencia respecto al lugar, no se hace sin un analysis situs de la UPF en Barcelona. El Parque de la Ciudadela y su entorno están llamados de nuevo, como hace más de un siglo, a ofrecer a la ciudad un punto vital de su articulación urbana y de la imagen que ofrece el mundo. Los denarios deben hacerse trabajar, y la moneda de la belleza y la economía comercial es perfectamente compatible con la de la Barcelona que supera -con la idea de una ciudad europea de la cultura y el conocimiento- la enorme e inexplicable cicatriz que representan el mar de vías de la Estación de Francia y el muro de las fieras del zoológico a lo largo de la calle Wellington. Esta cicatriz -que contiene el Parlamento de Cataluña y deja el mar, el Hospital del Mar, el PRBB y la UPF absurdamente lejos del centro de Barcelona- separa claramente la ciudad viva del Born de la desgraciadamente congelada Nova Icària. Y, en mi opinión, merece una discusión por lo menos similar a la del tranvía de la Diagonal. Esta debe ser también una oportunidad para repensar y rehacer la ciudad con una fuerte ambición de sostenibilidad e integración social. La contribución de Barcelona al bienestar del planeta.

La UPF, de repente, abrumada por la magnitud del impacto de la actividad humana en los sistemas naturales del planeta y las crecientes desigualdades sociales, y quizás también para escapar de los elementos anestésicos de la increíble e inaceptable crisis política local y global, ha decidido que se deja desafiar por el concepto de bienestar planetario (planetary wellbeing)

El destino de la universidad no lo sé ni pretendo saberlo. Los hay que vaticinan, y lo argumentan bastante bien, que sólo las universidades muy buenas, las que consigan llevar a cabo una docencia basada en una presencialidad insustituible, con una cultura de respeto a la tradición y una investigación innovadora y productiva de primera que las impregne, sobrevivirán a la época nuestra. Porque esta época es precisamente la que cree que se está demostrando que el saber universitario en general no es ni mucho menos una exclusiva de las universidades.

Si entendemos por destino las servidumbres obligadas, en cambio, soy más pretencioso respecto a lo que sé. Sé, por ejemplo, que el legislador y el administrador se meterán, como se suele decir, hasta la cocina de la universidad. Como el sistema no ha depositado en mí ninguna responsabilidad demasiado seria, no me pedirá que rinda cuentas de nada significativo. La universidad no podrá seleccionar libremente su profesorado y tampoco seleccionará sus estudiantes. No podrá administrar con perspectiva sus recursos, que pasarán por el cero absoluto cada año, ni podrá decidir cómo se gobierna internamente, aunque cada cuatro años se elegirá por sufragio universal ponderado un rector entre sus catedráticos funcionarios de carrera (uso el genérico con cierta vergüenza).

No se trata sólo de ir mejorando resultados numéricos, sino de la buena orientación, de focalizar las energías a la salud del planeta y el bienestar de la humanidad

Este segundo tipo de destino hace muy difícil la adquisición de compromisos que vayan más allá del respeto ad nauseam de reglamentos y leyes de calidad de un detallismo empalagoso y desconfiado. Pero ha llegado la hora de deshacernos de la telaraña. Leibniz formuló el optimismo metafísico como una optimización del mundo posible y Voltaire lo hizo digerible para la candidez de los humanos. Son filósofos de pura vigencia y actualidad, disparos de coraje para aceptar el desafío del porvenir e intentar adquirir un perfil: UPF Planetary Wellbeing. No se trata sólo de ir mejorando resultados numéricos, sino de la buena orientación, de focalizar las energías a la salud del planeta y el bienestar de la humanidad, que plantea retos a los diversos ámbitos de conocimiento: desde la salud y la biología hasta a la política, la economía, las humanidades, la ingeniería, el derecho y la comunicación.

Una coda. Aunque esté tan de moda pensar las universidades como si fueran clubes ridículamente confrontados, inundados de envidias y chismes, la UPF no puede ser un club intolerante y excluyente de los otros aficionados. Nuestro campus de la Ciutadella contiene desde hoy mismo una invitación a todos los demás clubes (universidades, centros de investigación, fundaciones, hospitales, ONGs y gobiernos incluso, amigos y partidos) a probar de elegir este mismo destino, por si acaso fuera el nuestro, por si acaso fuera el suyo.

Artículo de opinión de Jaume Casals, rector de la Universitdad Pompeu Fabra

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