Atrás "La investigación que hacemos solo tiene sentido si llega a todo el mundo"

"La investigación que hacemos solo tiene sentido si llega a todo el mundo"

Marc Güell es experto en biología sintética y en edición genética con fines terapéuticos. Se acaba de trasladar desde la Universidad de Harvard al Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la UPF, donde lidera el grupo de investigación en Biología Sintética Translacional.
20.10.2017

 

Marc Güell - UPF

Marc Güell creció en Olot, y a los 18 años se trasladó a Barcelona para estudiar la licenciatura en Química en el Instituto Químico de Sarrià y posteriormente Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones en la Universidad Abierta de Cataluña (UOC). Durante su doctorado, trabajó en el EMBL y el Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG) en el laboratorio de Luís Serrano, actual director del CRG de Barcelona, ​​donde inició un proyecto sobre biología sintética. En 2010 se marchó a Boston, al Instituto Wyss de la Universidad de Harvard, donde comenzó su carrera desarrollando nuevas tecnologías para la edición genética y la biología sintética.

Desde este verano, lidera el grupo de investigación en Biología Sintética Translacional del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud, donde trabaja para aplicar los avances en ingeniería genética en terapias.

Prácticamente acabas de aterrizar de Harvard para instalarte de nuevo en Barcelona. ¿Por qué volviste?

Me siento muy europeo, quería volver aquí. La calidad de la ciencia en Barcelona es muy alta. Quizás destacamos más en la investigación básica; pero aún así, aquí están todos los ingredientes para hacer muy buena investigación y la ciudad atrae talento internacional. He tenido oportunidad de ir a otros lugares, pero he querido volver.

¿Qué diferencias has visto entre la investigación de Estados Unidos y la de aquí?

El precio por fallar en Estados Unidos es mucho más bajo. Los americanos hacen una apuesta muy fuerte por el riesgo. Esto les permite llegar a hallazgos que en Europa nos cuestan más. Es cierto que muchos proyectos de gran riesgo acaban fallando; pero, muchas veces, los grandes descubrimientos vienen de este tipo de proyectos. Estas iniciativas, en Europa, a menudo cuestan de financiar.

El precio por fallar en Estados Unidos es mucho más bajo. Los americanos hacen una apuesta muy fuerte por el riesgo

Estudiaste química e ingeniería de telecomunicaciones para acabar dedicándote a la biología sintética.

Siempre me ha gustado mucho la ciencia experimental y el desarrollo tecnológico. Pero no me decanté por la química en base a una decisión bien informada... Podría haber hecho cualquier carrera de ciencias experimentales. Por otra parte, las telecomunicaciones me aportaron mi formación en computación. Al final, acabé haciendo biología sintética porque me gusta mucho crear tecnologías que nos permitan solucionar problemas. Y como la materia viva es la maquinaria más avanzada que existe, me motivó el reto de hacer ingeniería en sistemas vivos para crear nuevas terapias.

Aparte de tu investigación, has creado la spin off eGenesis. ¿Cómo surgió?

Durante mi estancia en Harvard me dediqué a la edición de genomas de células de mamífero. Avanzamos bastante y ​​nos preguntamos cómo podíamos materializar nuestros descubrimientos para solucionar un problema médico importante. La falta de tejidos para hacer trasplantes es uno de los grandes problemas médicos en la actualidad y parece no tener una solución fácil: cada vez envejecemos más y somos mejores en mantener pacientes críticos vivos; hay pocas perspectivas para aumentar la cantidad de órganos disponibles para trasplantes. Una posibilidad para producir órganos de manera ilimitada es utilizando animales, como el cerdo.

La trascendencia de modificar la especie humana de manera dirigida tiene unas implicaciones que van más allá de los laboratorios

¿Qué dificultades tiene este proceso?

A priori tenemos que romper dos barreras: la compatibilidad con nuestro sistema inmunitario y los virus endógenos. Prácticamente todos los mamíferos tienen dentro de su ADN virus endógenos que se transmiten de padres a hijos. En el caso de los humanos, casi no les hacemos caso porque son muy antiguos y a penas están activos. Pero en el caso de los cerdos no, son una adquisición más moderna y pueden infectar células humanas. Como se trata de virus endógenos, por muy limpias que mantengamos las células, los virus seguirán transmitiéndose. La única solución parece aplicar ingeniería genética para hacer animales más compatibles y sin virus endógenos activos.

¿Cómo funciona la terapia génica?

Hay dos maneras. Una es el método ex vivo, cuando se extrae todo un tejido, se modifica genéticamente y, una vez funciona bien, se vuelve a introducir. Es el caso de los niños burbuja, a quienes se les extraen las células hematopoyéticas, se modifican genéticamente y se vuelven a implantar. En otros casos esta opción no es viable y se debe introducir el material genético de interés en las células sin extraerlas del cuerpo. Entonces se trabaja con virus u otras nanopartículas que puedan introducir los genes dentro de las células del tejido.

La terapia génica ha llegado a la sociedad para quedarse y expandirse

¿Cuáles son las implicaciones principales de sus descubrimientos?

A corto y medio plazo, trabajamos para crear herramientas que nos permitan curar enfermedades. La terapia génica ya es real: se acaba de aprobar su utilización para tratar la leucemia, que se une a una lista creciente de enfermedades. Pero a largo plazo, se genera un gran debate. La trascendencia de modificar la especie humana de forma dirigida tiene unas implicaciones que van más allá de los laboratorios.

¿Dónde está el límite?

El límite lo tenemos que ir aprendiendo. De momento, hay un amplio consenso para el uso de la ingeniería genética en células somáticas para fines terapéuticos (ya hay miles de ensayos clínicos en marcha). Sin embargo, recientemente se ha demostrado la viabilidad técnica de modificar embriones humanos. Estas modificaciones que afectan a la línea germinal seguramente tardarán más en salir del laboratorio. La tecnología está yendo muy rápido y el debate no solo es ético, sino que hay un componente económico poco despreciable. Cuando tengamos disponible un tratamiento contra la leucemia pero este tratamiento cueste más de medio millón de euros, ¿cómo lo gestionaremos? Al final, la investigación que hacemos solo tiene sentido si llega a todo el mundo. No es una decisión que tengamos que tomar los científicos, pero es importante que informemos de que la terapia génica ha llegado a la sociedad para quedarse y expandirse.

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