3. Zoom

Los estudiantes transforman los hogares en sus campus particulares

Desde que los domicilios particulares se han convertido en las nuevas aulas, los estudiantes de la UPF han tenido que hacer un gran esfuerzo para adaptarse a la nueva situación, generar nuevas rutinas y experimentar por primera vez la docencia no presencial.

min

Del suelo de hormigón de la plaza Gutenberg, en el campus del Poblenou, comienzan a nacer pequeños ramilletes de hierba que se elevan hacia el cielo. Recorren las juntas de las baldosas que se extienden desde las escaleras que bajan del edificio Roc Boronat a La Fábrica, que acoge la Biblioteca/CRAI. Hoy, la naturaleza es la única que contempla en silencio un espacio que, durante todo el año, es testimonio del trajinar de estudiantes arriba y abajo: de los que caminan rápido para llegar a tiempo a clase, de los que toman el sol en una pausa, de los que comparten momentos en el bar con los compañeros… Ya no volverán hasta el curso que viene.

Este paisaje vacío y triste es también el de los campus de la Ciutadella i del Mar desde el pasado 13 de marzo, cuando el gobierno de la Generalitat de Cataluña ordenó el cierre de todas las universidades catalanas para evitar la propagación de la COVID-19. Entonces, las habitaciones y, en ocasiones, hasta los balcones, se convirtieron en las nuevas aulas de los 10.336 estudiantes de grado, los 1.229 estudiantes de master y los 1.115 doctorandos, que tuvieron que quedarse en casa, y las pantallas se transformaron en su lazo con los docentes y la Universidad. Toda la comunidad se adentraba en un nuevo reto, lleno de incertezas y no libre de tropiezos; pero con la determinación de salir adelante y acabar el curso en modalidad no presencial.

Hemos hablado con siete estudiantes de grado de la UPF para que nos expliquen cómo se han adaptado a la nueva situación y qué retos les ha supuesto. 

Pol Comas Pérez

Foto Pol Comas

  • Grado: Economía

  • Curso: Primero

  • Asignaturas: Microeconomics I, Matemáticas III, Introducció al Derecho de la Empresa e Introducción a la Contabilidad

“Como soy estudiante de primer curso, creo que el cambio reciente del bachillerato a la Universidad me ha ayudado a tener la sensación de que se trata de un cambio más y que nos adaptaremos. Si hubiera estado en un curso superior hubiera notado un cambio mayor, pero todavía no me había dado tiempo a adaptarme ni a establecer una rutina cuando todo volvió a cambiar. Esto me ha ayudado a tener una mente más abierta a los cambios.”

Mateo Cabrero Giménez

Foto Mateo Cabrero

  • Grau: Derecho

  • Curs: Segundo

  • Asignaturas: Derecho Financiero, Actividades de las Administraciones, Derecho Penal: Parte Especial y Fundamentals of Private and Business Law

“La situación actual no ha afectado mucho mi estudio. Las mañanas suelo hacer clase y por las tardes, estudio autónomo. Primero, dos horas de apuntes y, después dedico un par de horas a preparar seminarios. Aún no he hecho tarea de memorización, ya que los exámenes finales quedan lejos. Diría, incluso, que gracias al confinamiento gano mucho más tiempo del que disponía y me distraigo menos solo. Esto se materializa en un estudio más eficiente.”

Maria Almendros Viladerrams

Foto Maria Almendros

  • Grado: Humanidades

  • Curs: Segundo

  • Asignaturas: Literatura Francesa, Arte del Siglo XIX, Literatura Catalana e Historia Contemporánea

“Creo que quien es responsable lo es siempre, sea de forma presencial o no. Así que, para mí, es inevitable seguir preocupándome. Quizás a la hora de estudiar vas más relajada, sin embargo, sigo tomando apuntes y, en su momento, también haré resúmenes del temario para prepararme bien los exámenes. Diría, incluso, que la no presencialidad me angustia más por el temor a tener algún problema técnico y no poder solucionarlo.”

Nerea Oliver Pallàs

Foto Nerea Oliver

  • Grado: Lenguas Aplicadas

  • Curso: Tercero

  • Asignaturas: Idioma, Redacción y Traducción I (Inglés), Idioma, Redacción y Traducción II (Alemán), Multilingüismo, Enseñanza de Lenguas y Servicios Linguísticos ene las Organizaciones

“Durante el curso vivo en un piso con más estudiantes y para mí ir a casa los fines de semana era la forma de desconectar de la Universidad. En Barcelona, ​​iba a la biblioteca para sentir un poco esta 'presión social' de ponerme a estudiar. Ahora lo hago igualmente pero me distraigo con mucha facilidad y me cuesta ponerme a trabajar aquí en casa.”

Joana Garreta Passola

Foto Joana Garreta

  • Grado: Periodismo

  • Curso: Tercero

  • Asignatures: Taller Integrado de Periodismo, Agencias Informativas, Periodismo Político y Periodismo Dinámico en Base de Datos

“Desde primer curso, he estado en la Universidad entre 8 y 12 horas cada día y pasar de estar siempre a no estar nunca es difícil y chocante. El periodismo no es una ciencia exacta y muchas veces dudas sobre cómo lo tienes que hacer o si una palabra es la adecuada. Tener gente alrededor ayuda mucho en este sentido. Todos tenemos diferentes puntos de vista y compartirlos es enriquecedor. La relación con compañeros y docentes es vital.”

Victor Ubieto Nogales

Foto Víctor Ubieto

  • Grado: Ingeniería de Sistemas Audiovisuales

  • Curso: Cuarto

  • Asignaturas: Gráficos en Tiempo Real y Trabajo de Fin de Grado

“En mi caso, la parte más importante del trabajo es el Trabajo de Fin de Grado y no tengo un horario específico. Más que la organización creo que lo importante es seguir teniendo motivación por el trabajo y la forma de tenerla es encontrando el equilibrio entre el trabajo y el tiempo libre, marcarte objetivos y ayudarte de la familia y los amigos cuando no lo consigas.”

Arnau Moral

Foto Arnau Moral

  • Grado: Ingeniería Biomédica

  • Curso: Cuarto

  • Asignaturas: Análisis de Imágenes Biomédicas Avanzadas I: Segmentación y Calificación, Planificación y Guiaje para Intervenciones Mínimamente Invasivas, Modelado de Enfermedades Complejas y Neurociencias y Humanidades

“Es la primera vez que hago clases en línea pero una vez superas la primera clase y ya entiendes cómo funciona todo y qué tipo de problemas pueden surgir durante la sesión es como si las llevaras haciendo durante años. También debemos tener en cuenta que para nuestra generación es muy diferente. Yo creo que aquí, quien ha sufrido más son algunos profesores.”

 

La metamorfosis de los espacios

Las sillas de escritorio han sustituido los asientos abatibles característicos de la mayoría de las aulas de la UPF y el barullo de los minutos antes de empezar una clase ahora es el murmullo del resto de habitantes del domicilio. Cada estudiante se ha tenido que hacer suyo un espacio, a veces compartirlo con otras personas, y adaptarlo para convertirlo en su aula particular. “Estudiar en casa me ha supuesto un cambio porque el ambiente és más calmado y me cuesta más ponerme. En la Universidad, todo es mucho más activo, sientes que estás en el entorno adecuado y la gente que te rodea te da vida y te ayuda a seguir adelante”, explica Pol Comas, estudiante de primero del grado en Economía. Para la mayoría, el espacio ha supuesto un cambio muy grande, más, incluso, que las nuevas herramientas para la docencia no presencial.

Antes del confinamiento, cada lugar parecía tener su función asignada. Las aulas eran sinónimo de aprendizaje; la Biblioteca/CRAI, de estudio y concentración; el domicilio particular, de desconexión. Ahora que todo pasa entre las mismas cuatro paredes las veinticuatro horas del día, “nos ha tocado adaptarlo todo a un mismo sitio”, dice Nerea Oliver, estudiante de tercero del grado en Lenguas Aplicadas. Para Arnau Moral, estudiante de cuarto del grado en Ingeniería Biomédica, la biblioteca era “un espacio de concentración libre de distracciones. Cuando estudiaba, me gustaba ir porque, a veces, mi piso podía llegar a ser un auténtico gallinero”.

“Estudiar en casa me ha supuesto un cambio porque el ambiente és más calmado y me cuesta más ponerme. En la Universidad, todo es mucho más activo, sientes que estás en el entorno adecuado y la gente que te rodea te da vida y te ayuda a seguir adelante”

Hay estudiantes, como es el caso de Joana Garreta, de tercero del grado en Periodismo, que por los horarios pasaban gran parte de su día a día en la Universidad. “Hacía tres años que casi vivía allí: estudiando, paseando arriba y abajo, hablando con gente, haciendo actividades… El cambio de estar siempre a no estar nunca es difícil y chocante”, explica.

El cambio de paradigma en una generación digital

En la asignatura Derecho Financiero, que se imparte en el segundo curso del grado en Derecho, los docentes hacen clases virtuales a través de Collaborate, una herramienta que permite hacer videoconferencias y que los estudiantes puedan participar y, simultáneamente, compartir la pantalla, crear una pizarra compartida y comentar trabajos directamente en línea. También la utilizan en Periodismo Político, una asignatura optativa del grado en Periodismo, para impartir teoría, trabajar en la parte técnica e, incluso, para traer invitados del mundo político a las sesiones. En las últimas semanas, Collaborate se ha convertido en el recurso estrella para la docencia no presencial, aunque para la mayoría era la primera vez que la utilizaba. “Nunca había usado ninguna herramienta para hacer clases virtuales, pero en un par de clases entiendes perfectamente su funcionamiento. Son aplicaciones muy intuitivas y muy completas, con prestaciones especializadas como el botón de levantar la mano para pedir el turno de palabra”, explica Mateo Cabrero, estudiante de segundo del grado en Derecho.

“Son aplicaciones muy intuitivas y muy completas, con prestaciones especializadas como el botón de levantar la mano para pedir el turno de palabra”

La mayoría de estudiantes de la UPF pertenecen a la que se denomina generación “millenial”, una generación digital que ha crecido conectada a la tecnología. No es extraño, pues, que estén familiarizados y que aprendan a utilizar las aplicaciones fácilmente. “Creo que aquí quien ha sufrido más son los profesores”, reflexiona Arnau Moral. No obstante, que las dominen rápidamente no significa que sea fácil adaptarse, ya que, para muchos estudiantes, también es la primera vez que experimentan la docencia a distancia. “Estamos acostumbrados a las clases presenciales, y se nota el cambio”, considera Nerea Oliver.

Desde pequeños, su imagen de una clase ha estado asociada a la figura de un profesor que impartía la lección físicamente mientras ellos le escuchaban, tomaban apuntes y preguntaban dudas. Y, a pesar de que cada vez las clases en línea están más extendidas, el cambio de paradigma tan abrupto, con el añadido que cada docente ha buscado alternativas distintas para impartir sus contenidos, ha modificado su manera de estudiar. “Puede parecer una tontería, pero llevamos desde siempre aprendiendo porque alguien nos lo ha explicado y, de golpe, sin escogerlo, nos encontramos que tenemos de leer materiales y, de allí, tenemos que sacar el temario”, reflexiona Joana Garreta.

Diferentes caminos hacia la adaptación

Las sensaciones que los estudiantes experimentan ante la nueva situación son muy diversas y dependen de muchos factores. “En mi caso, no he notado demasiado cambio porque, al fin y al cabo, el contenido acaba siendo el mismo. Hay profesores que han optado por clases virtuales y otros, por un estudio más autónomo; pero están muy abiertos a ayudarnos con cualquier duda por correo electrónico o con sesiones virtuales”, cuenta Mateo Cabrero. “Considero que mis docentes han organizado y adaptado muy bien las asignaturas. Sin embargo, con las clases presenciales mucha faena quedaba hecha en clase y, en cambio, con las virtuales la sensación es de tener el doble porque lo hacemos todo en casa y de manera un poco más autónoma”, cree Nerea Oliver. Víctor Ubieto, estudiante de cuarto del grado en Ingeniería de Sistemas Audiovisuales, admite que a veces tiene “la sensación de que las clases virtuales no funcionan” pero que, no obstante, “es nuestro deber esforzarnos, entender la situación y ayudar a los docentes a normalizarla”.

Muchos echan de menos la relación cercana con los profesores que les proporcionaba la docencia no presencial. “Para mí, la relación con los docentes siempre había sido muy directa. Podías preguntar dudas, comentar cómo te había quedado una cosa… Había mucho feedback y la proximidad suficiente para no tener miedo a preguntar y equivocarte. Ahora,  también; pero hacerlo a distancia es más frío para mi”, considera Joana Garreta. Para intentar mantener al máximo este vínculo, se utilizan herramientas de videoconferencia como Hangouts o Jitsu para hacer algunos seminarios, tutorías o sesiones de resolución de dudas. “Creo que se ha perdido cierta fluidez a la hora de interactuar y crear ciertos debates entre docentes y alumnos. Sin embargo, en mi caso los profesores hacen todo lo posible para hacer la clase más amena y que no nos quedemos a medio camino”, considera Mateo Cabrero.

Maria Almendros, estudiante de segundo del grado en Humanidades, cursa la asignatura Arte del Siglo XIX, donde es muy importante poder ver la obra de arte mientras se está hablando de ella. “A veces no puedo hacerlo porque mi wifi no es bastante buena y es frustrante”, confiesa. El acceso a los recursos es desigual y algunos estudiantes se enfrentan a problemas técnicos como, por ejemplo, la pérdida de conexión cámaras que no funcionan bien o micrófonos con un mal sonido; dificultades que antes no eran tan recurrentes y a las cuales también se tienen que adaptar. “Yo prefiero las clases que los docentes registran en su casa y después cuelgan en el Aula Global. Las encuentro más concisas y organizadas”, explica, haciendo referencia a una de las fórmulas que muchos profesores están utilizando.

El acceso a los recursos es desigual y algunos estudiantes se enfrentan a problemas técnicos como, por ejemplo, la pérdida de conexión cámaras que no funcionan bien o micrófonos con un mal sonido y a los cuales también se tienen que adaptar.

También hacer trabajos en grupo se ha convertido en un gran reto. Aunque la mayoría ya están familiarizados con hacerlos a través de Google Drive, a menudo no es tan sencillo. “Yo necesito ver la cara de las personas para enfocar el trabajo, ver que todos vamos a una y después ya me va bien hacerlo a distancia. Por ello, sin este primer encuentro se me hace difícil”, explica Joana Garreta. Entre compañeros, utilizan las llamadas y videollamadas de Hangouts, Skype o WhatsApp para trabajar conjuntamente, resolver seminarios y ejercicios y consultar dudas

El reto de hacer asignaturas prácticas a distancia

En determinados grados de la UPF, la part práctica es, casi, tan o más importante que la teórica, e impartir algunas asignaturas desde casa está suponiendo un gran reto. Es el caso de Taller Integrado de Periodismo, una asignatura cien por cien práctica de tercero del grado en Periodismo. Durante todo el curso, se simula una redacción real, integrada por los tramos de radio, televisión, prensa e Internet donde los estudiantes experimentan cómo se trabaja. Conseguir transformarla a modalidad no presencial está suponiendo un gran desafío sobretodo para los estudiantes de los tramos de radio y televisión, que utilizaban los estudios de radio y el plató del àrea Tallers y varios recursos de la Universidad como las cámaras. “Estamos haciendo vídeos con el móvil desde casa, muchas veces sin micrófono ni buena iluminación. Utilizamos planos recursos de Internet y grabamos las entrevistas por videollamada”, explica Joana Garreta. También, están explorando nuevos formatos de entretenimiento como Youtube, más allá de las piezas puramente informativas. Para editar, usan la plataforma MyApps. “Vamos haciendo y lo vamos consiguiendo. Es difícil; pero en mi caso, hay maneras de hacer posible seguir aprendiendo todo lo que la situación permite”, dice.

También es un reto para los estudiantes de cuarto que están trabajando en sus trabajos de fin de grado. Volumetric Rendering using Graphs es el proyecto de Víctor Ubieto y consiste en implementar un sistema de nodos para que usuarios sin conocimientos de programación puedan utilizar un algoritmo que les permita visualizar volúmenes 3D sin la necesidad de programar ninguna línea de código. En su caso, “ya había avanzado en el trabajo de campo y la investigación antes del confinamiento” y el único bache con el cual se ha encontrado es que “ahora me cuesta más encontrarme con mi tutor, ya que los docentes tiene una sobrecarga de trabajo. No se puede hacer nada más que asumirlo e intentar buscar soluciones”, considera.

“Hemos tenido que pedir a algunos protagonistas que se graben ellos mismos respondiendo a las preguntas de una entrevista y que nos envíen los vídeos”

Para aquellos proyectos con una vertiente más práctica, como los de algunos estudiantes de comunicación, se han tenido que buscar soluciones creativas y encontrar nuevas fórmulas de filmar, por ejemplo, un documental. Es el caso de Mercè Alonso y Eva Jou, estudiantes de cuarto de Periodismo, que están haciendo un documental sobre la precariedad en el mundo del teatro. “Hemos tenido que pedir a algunos protagonistas que se graben ellos mismos respondiendo a las preguntas de una entrevista y que nos envíen los vídeos”, explican. Cuanto a la edición, la idea principal que era hacerla juntas desde los ordenadores de la Universidad ha quedado descartada y se han dividido la faena por bloques. “Por ejemplo, yo edito un bloque donde cuatro actrices hablan sobre que a determinada edad cuesta más encontrar faena con MyApps y lo cuelgo en Drive, desde donde Mercè se lo descarga y lo va juntando todo con la prueba gratuita de Adobe Premiere”, dice Eva Jou. Asumen que el resultado será diferente al que tenían previsto pero se enorgullecen de que podrán presentar un producto final.

Generando nuevas rutinas entre cuatro paredes

Los estudiantes de primer justo hacía pocos meses que empezaban a degustar la Universidad cuando se decretó su cierre. Durante el último año, muchos han encadenado cambio tras cambio y, quizás, por ello, algunos se lo han cogido con más optimismo. “El salto de bachillerato a la Universidad me ha ayudado a tener la sensación que se trata de un cambio más al cual nos adaptaremos. Aún no me había dado tiempo a acostumbrarme ni a establecer una rutina cuando todo volvió a cambiar”, reflexiona Pol Comas. Cree, sin embargo, que si fuera estudiante de un curso superior le hubiera costado mucho más.

“Aún no me había dado tiempo a acostumbrarme ni a establecer una rutina cuando todo volvió a cambiar”

Víctor Ubieto, que este año acabará el grado, echa de menos “la vida que tenía antes”; pero “una pandemia mundial es un motivo suficientemente grave como para aceptar la nueva situación y continuar lo mejor que podamos hasta el final”. Para él, la rutina no ha cambiado drásticamente porque actualmente sólo está cursando una asignatura, aunque “el tiempo que dedico al estudio y a hacer faena ha aumentado”. Sin embargo, ahora más que nunca, la situación personal y familiar de cada uno es determinante y, a veces, hace difícil que puedan establecer una rutina de estudio regular o adaptar la que tenían antes.

Algunos estudiantes han podido seguir el horario que ya tenían establecido. “Me organizo de la misma manera: por las mañanas y algunas noches hago faena y las tardes las tengo ocupadas con clases virtuales”, explica Nerea Oliver. Otros, como Joana Garreta, no se han puesto ningún horario; de momento “voy haciendo cuando puedo y como puedo, aunque en la Universidad hacía la faena más rápidamente porque tenía más recursos y el ritmo cogido. Mi rutina depende de la faena que tenga, la prisa que corra y de lo que hagan en mi casa”. Hay que nunca han tenido ninguno, como Arnau Moral, que explica que “más que un horario de estudio, sigo un horario de trabajo que hace que mi día a día sea más ameno. Después de las clases, me apunto los principales puntos y veo cómo pueden llegar a mejorar mis proyectos”. Él, además, forma parte de UPF Makers, una iniciativa para imprimir viseras de protección para los centros sanitarios a partir de impresoras 3D de la Universidad y lo compagina con sus estudios. Admite que al principio podía producir más que ahora, que tiene más carga lectiva; pero que van haciendo “poco a poco, por poca cosa que sea. Todo lo que hagamos sevirá para ayudar en algún punto u otro de la ciudad.

“Voy haciendo cuando puedo y como puedo, aunque en la Universidad hacía la faena más rápidamente porque tenía más recursos y el ritmo cogido”.

Los ratos de estudio los combinan con actividades que acostumbraban a hacer durante su tiempo libre y que también han tenido que adaptar a un mismo espacio. “Siempre he sido una chica muy activa que no paraba en todo el día y hacía muchas extraescolares. Ahora, hago deporte en el jardín o dentro de casa y también aprovecho ratos libres para tocar el piano y el violoncelo”, explica Maria Almendros. Otros, aprovechan las primeras horas de la tarde “para leer un buen libro al sol en el jardín, ver alguna serie o hacer la siesta”, confiesa Mateo Cabrero.

La nueva vida universitaria

La Universidad va más allá de la docencia. La vida universitaria es, para la mayoría de estudiantes, clave en esta etapa de su vida, y compartir tiempo libre con los compañeros y participar en las diferentes actividades que se organizan durante el curso en los campus es tan importante para ellos como estudiar. Ahora, todo esto también se ha trasladado a las pantallas, que se han convertido en las nuevas plazas y bares donde antes tenía lugar la “desconexión dentro de la rutina”, en palabras de Arnau Moral.

Por este motivo, muchos reservan unos minutos cada día para encontrarse con amigos y compañeros a través de llamadas y videollamadas de WhatsApp, Hangouts o Skype. “Personalmente, recomiendo concretar unas horas cada día para poder hablar y divertirnos”, dice Víctor Ubieto. Aunque no es lo mismo que encontrarse todos juntos en la Universidad. “Echo de menos ver a las compañeras, sobre todo a aquellas con las cuales no te llevas tanto como para hacer una videollamada, pero con quien en clase siempre compartías unas palabras antes que llegara la profesora”, dice Maria Almendros. Para Arnau Moral, la nueva situación les ha privado “más allá de las birras, que también tienen un peso importante”, de los “‘qué tal el fin de semana’ de los lunes en clase, las mil historias y anécdotas que podíamos compartir entre horas, las bromas i los arrebatos que inundaban, aunque fuera por pocos segundos, pequeños momentos de deconexión”. Muchas veces son estos pequeños momentos, a los cuales no daban tanta importancia,  lo que más les cuesta adaptar.