6. a fondo

Doctorado industrial: con un pie en la empresa y el otro en la universidad

Con el objetivo de crear sinergias entre el mundo empresarial y el académico, en 2012 se puso en marcha el Plan de Doctorado Industrial, una iniciativa de investigación aplicada abierta a todos los ámbitos de conocimiento.

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Pere Ripoll

A Pere Ripoll, ni se le había pasado por la cabeza hacer un doctorado y menos aún en historia del derecho. Y cuando decidió volver de Bruselas, donde estaba trabajando, a Barcelona para cursar un máster en derecho en la Universidad Pompeu Fabra (UPF), tampoco imaginó que acabaría encontrando el manuscrito medieval que contiene los orígenes de la Generalitat de Cataluña, un texto que llevaba más de 400 años desaparecido.

En una de las asignaturas del máster conoció Tomàs de Montagut, catedrático de la UPF especialista en historia del derecho catalán, que había estado estudiando diferentes manuscritos y que había lanzado la hipótesis de que el "Llibre dels vuits senyals" era la primera compilación de derecho catalán de la Generalitat. Sin embargo, a pesar de que se había buscado exhaustivamente, nunca se había encontrado. Entonces, de Montagut le propuso a Ripoll el reto de comprobar si esa hipótesis era cierta o no, y, por supuesto, de encontrar el texto.

"Entré en el programa de doctorado para llevar a cabo la investigación necesaria para localizar el manuscrito y empecé a mirar las posibles becas, tanto del Estado como de la Generalitat. Y entonces nos llegó lo del doctorado industrial", explica este jurista.

"Al principio, el nombre nos descolocó, porque parecía que era para otro tipo de proyectos, más de ingeniería. Pero, después de mirarlo bien, nos pareció un proyecto muy dinámico y atractivo, perfectamente aplicable para el ámbito de las ciencias sociales, que te permitía tener un pie en la empresa y otro en la universidad. Y nos presentamos", remacha.

Durante tres meses, Ripoll y su tutor de tesis, el profesor de Montagut, se dedicaron a ultimar el que sería el plan del proyecto, y entonces fueron a llamar a la puerta de la editorial Barcino, especializada en el edición de textos medievales, para proponerles de enzarzarse en una búsqueda conjunta que, si todo iba bien, debía culminar con la publicación del "Llibre dels vuits senyals".

“Al principio, el nombre nos descolocó, porque parecía que era para otro tipo de proyectos, más de ingeniería. Pero, después de mirarlo bien, nos pareció un proyecto muy dinámico y atractivo, perfectamente aplicable para el ámbito de las ciencias sociales, que te permitía tener un pie en la empresa y otro en la universidad”

En Barcino "les entusiasmó la idea" y se presentaron, con Ripoll, al programa de doctorados industriales de la Generalitat, un proyecto pionero en el Estado y uno de los primeros en Europa que arrancó en 2012, y que, básicamente, implica llevar a cabo investigación aplicada en cualquiera de los ámbitos de la ciencia, desde las ingenierías a la historia del arte o las ciencias de la vida. "Un doctorado industrial te ofrece la posibilidad de conectar la investigación y la realidad. Y, en nuestro caso, lo cierto es que ha sido una experiencia muy positiva para ambas partes", valora Ripoll.

Crear sinergias entre academia y empresa

La iniciativa de doctorado industrial está impulsada por la Secretaría de Universidades e Investigación del Gobierno de la Generalitat y gestionada por la Agencia de Gestión de Ayudas Universitarias y de Investigación (AGAUR), con la colaboración de la Fundación Catalana para la Investigación y la Innovación (FCRI). Nació hace ya siete años con el objetivo de crear sinergias entre el mundo académico y el empresarial. El contexto, entonces, no podía ser más propicio. En ese momento, la Unión Europa (UE) había incluido entre sus objetivos del programa marco Horizonte 2020, precisamente, el fomento de la interacción entre empresas y universidades. Y en Europa había tres iniciativas que impulsaban la investigación académica aplicada, en el Reino Unido, Francia y Dinamarca, aunque el Reino Unido estaba centrada únicamente en las ingenierías.

"La investigación aplicada lleva implícita generar patentes, propiedad intelectual compartida entre universidad y empresa, y que esto genere prototipos y nuevos servicios", afirma Ainhoa ​​Gaudes, responsable de proyectos del plan catalán de doctorados industriales. "La filosofía de la UE es que todo lo que se genera con dinero público, los contribuyentes puedan ver los resultados; que salgan cosas tangibles y no sólo tantas tesis o tantas publicaciones. La sociedad quiere resultados que después lleguen al mercado para que todos se puedan beneficiar", añade.

Para poner en marcha el Plan de Doctorado Industrial, los modelos francés y sobre todo danés resultaron inspiradores. Entonces, la iniciativa catalana fue pionera en el Estado, que poco después también inició un programa muy parecido, como muchos otros países europeos.

"El objetivo del Plan de Doctoral Industrial es poner en contacto quien está generando conocimiento y dirigiendo las que serán las líneas de futuro, que es la academia, con el tejido empresarial, para que éste pueda ver hacia dónde irá el sector y lo interiorice como un reto estratégico de su propia empresa", señala Gaudes, que concluye que este tipo de proyectos "actúan como puentes de transferencia de conocimiento" y hacen que "la investigación y la innovación lleguen a ámbitos muy diversos pero vitales para la sociedad".

Los doctorados industriales actúan como puentes de transferencia de conocimiento y hacen que la investigación y la innovación lleguen a ámbitos muy diversos pero vitales para la sociedad.

Una convocatoria anual

Anualmente, la Secretaría de Universidades e Investigación abre una convocatoria vigente durante todo el año, con dos modalidades, cofinanciada y de ayudas específicas. La primera es donde se adscriben la mayoría de proyectos: la empresa y el grupo de investigación académico, que debe ser reconocido por la Generalitat desde el punto de vista científico, reciben financiación; también el estudiante, que es contratado por la empresa durante los tres años que está previsto que dure el doctorado, con un sueldo mínimo de 22.000 euros brutos al año. La empresa, también, debe dedicar un tutor especializado al doctorando.

La segunda modalidad, de ayuda específica, está pensada para responder a la realidad actual de investigación internacional y global, y dota económicamente los grupos de investigación que colaboran con empresas de fuera de Cataluña. Al estudiante, además, se le financia la matrícula de doctorado y se le da una bolsa de movilidad internacional.

La convocatoria para las dos modalidades tiene resoluciones trimestrales. En la mayoría de casos, empresa y universidad presentan una propuesta conjunta de investigación de doctorado industrial que, tras revisarse, se hace pública para que los candidatos, que son estudiantes de máster, se puedan presentar. La última palabra sobre qué estudiante es escogido la tienen la empresa y el grupo de investigación universitario.

SeatUPF2019

“Seat contactó conmigo y me explicó que querían sacar un doctorado industrial para un investigador en el contexto de su departamento de recursos humanos y formación", explica Davinia Hernández-Leo, profesora del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (ETIC) de la UPF y coordinadora del Grupo de Investigación en Tecnologías y Educación (TIDE).

"Querían modernizar la formación de sus trabajadores utilizando metodologías más flexibles y con más impacto en los aprendizajes, y les parecía que un doctorado industrial era la manera para identificar la tecnología y la metodología más adecuadas de forma más rigurosa. Así que preparamos una propuesta de proyecto conjuntamente, la publicamos y dimos cierto margen de tiempo para que cualquier candidato se pudiera presentar. Finalmente, seleccionamos tres y tras una entrevista personal, escogimos uno, que ahora está en la fase final del doctorado y que, además, ha sido recientemente contratado por Seat", afirma.

Desde que se pusieron en marcha en 2012 y hasta 2018, se han llevado a cabo un total de 518 proyectos; han participado 11 universidades, 395 estudiantes de doctorado y 349 empresas, desde start-ups hasta grandes compañías, aunque lo más habitual son pequeñas y medianas empresas, pymes. En este sentido, este año, de las 87 empresas que participan, 13 son grandes compañías; 10, start-ups y spin-offs, y el resto, pymes.

Las ciencias de la vida y las TIC y las ingenierías son los ámbitos en que más doctorados industriales se hacen, aunque cada vez crece más el ámbito de las ciencias sociales y humanas, que ya suponen prácticamente un 10% de los proyectos. En los siete años que lleva en marcha, el Plan ha permitido movilizar 69 millones de euros, dos terceras partes de los cuales comprometidos por las empresas.

Datos del Plan de 2012 a 2018

518

Proyectos en total

11

Universidades

395

Investigadores participantes

69

Millones de euros (2/3 privados)

268

Grupos de investigación (SGR)

349

Empresas

20

Centros de investigación
 

Ámbitos de conocimiento

 
 

Doctorado industrial vs. académico: ventajas

Para los estudiantes de doctorado, la propuesta de hacer investigación aplicada conlleva una serie de beneficios en comparación con el doctorado académico. Para empezar, describe Gaudes, "que se están formando tanto académicamente como profesionalmente. Ven la aplicabilidad de su investigación, aprenden a gestionar equipos, a hacer I+D, a conceptualizar un producto o un servicio desde el comienzo. Y, cuando terminan el doctorado, tienen una empresa detrás que les da valor añadido, además de que se les abre la puerta a quedarse trabajando en esa misma empresa".

En principio, está previsto que el doctorado industrial tenga una duración de tres años, aunque puede alargarse, si es necesario, un año más; eso sí, sin financiación. Durante el tiempo que dura, el estudiante está contratado por la empresa y tiene la posibilidad de asistir a congresos y eventos, incluso internacionales. Según datos aportados por el Plan de Doctorado Industrial, las personas que optan por esta investigación aplicada ganan un 6% más que los que siguieron el itinerario convencional académico y tienen una tasa de inserción laboral más elevada.

“Una de las ventajas para los doctorandos es que con la tesis de investigación aplicada se forman académicamente y profesionalmente: ven la aplicabilidad de su investigación, aprenden a gestionar equipos, a hacer I+D, a conceptualizar un producto o un servicio desde el principio. Y cuando terminan, tienen una empresa detrás que les da valor añadido”

Sin embargo, para Núria Sebastian, directora de la Escuela de Doctorado de la UPF, tanto la retribución económica como el tiempo de duración del proyecto son mejorables. "El sueldo es muy justo. Es gente muy buena, que ha sacado el mejor expediente y que pueden ser los investigadores del futuro. Se les ofrecen 22.000 euros, cuando en una empresa podrían estar ganando el doble. Tampoco el tiempo para hacer la tesis es suficiente", comenta, y alega que el hecho de que el estudiante pueda participar en las actividades de la empresa resulta muy positivo para su formación, pero "también le puede suponer un obstáculo para terminar la tesis en tres años".

De hecho, Pablo Gómez tardó tres y medio en terminarla. Ahora ya está depositada a la espera de leerla en septiembre. Gómez, después de hacer el máster en Investigación en Comunicación Social, vio que era una excelente oportunidad optar por el doctorado industrial de la mano de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA). "Era la única manera de estar dentro de un medio y ver realmente cómo funciona por dentro", recuerda Gómez, que hizo una investigación sobre la audiencia de los programas de televisión y de radio de la CCMA.

"Por el tipo de convenio que tenía, sólo estaba obligado a ir a la universidad y no venir físicamente en la televisión. Pero me dieron un espacio físico en TV3 y decidí que combinaría la facultad y el trabajo en la televisión. Al principio, iba tres días; pero, como me gustó tanto, poco tiempo después ya estaba todos los días allí", explica Gómez.

Como era la primera vez que en la CCMA tenían un doctorando industrial, "que no es ni un becario ni un trabajador", sino un investigador, fue un proceso de adaptación mutuo, recuerda Gómez, que se muestra muy positivo al la hora de valorar su experiencia de investigación aplicada. "El doctorado industrial te permite salir de la burbuja académica para entrar en una empresa con otras prioridades y procedimientos, y formas de interpretar y ver el mundo, donde hay un proceso de negociación y adaptación de cómo se debe abordar la investigación para que tenga la máxima calidad académica pero también sea útil para la empresa", añade.

Para este doctorando, la principal ventaja del doctorado industrial es poder hacer la transferencia de conocimiento in situ y de manera casi instantánea, a diferencia del doctorado académico. "Tenía la oportunidad de reunirme cada dos o tres meses con diferentes departamentos, presentarles mis resultados de investigación, tener su feedback y poder aplicarlo para enriquecer la tesis. Esto es fantástico. Ellos pusieron todas las facilidades para que yo hiciera mi investigación y necesitaban que la investigación repercutiera en ampliar el conocimiento en algunas áreas en las que ellos no llegan por la rutina diaria".

El fet d’estar treballant en equip, de comptar amb tutors de suport a l’empresa que guien la recerca, a més dels tutors de la universitat, és un altre dels punts positius d’aquesta proposta de recerca aplicada a les empreses. “Molts companys que fan un doctorat acadèmic se senten molt sols i immersos en una mena de cultura molt competitiva. A mi, en canvi, el doctorat industrial m’ha donat l’oportunitat de respirar, d’estar en contacte amb el món, de tenir preocupacions diferents, perquè tant és si publico més o menys en revistes indexades, o si faig docència”.

El hecho de estar trabajando en equipo, de contar con tutores de apoyo a la empresa que guían la investigación, además de los tutores de la universidad, es otro de los puntos positivos de esta propuesta de investigación aplicada a las empresas. "Muchos compañeros que hacen un doctorado académico se sienten muy solos e inmersos en una especie de cultura muy competitiva. A mí, en cambio, el doctorado industrial me ha dado la oportunidad de respirar, de estar en contacto con el mundo, de tener preocupaciones diferentes, porque tanto da si publico más o menos en revistas indexadas, o si hago docencia" .

Mejorar la competitividad

Para las universidades y los centros de investigación, este tipo de doctorado les permite establecer y fortalecer relaciones con las empresas. Y les facilita la transferencia de conocimiento de la academia al entorno productivo. "Las empresas, así como las instituciones, tales como fundaciones y ONG, tienen la oportunidad de trabajar conjuntamente con personal investigador de alto nivel científico, de acceder a equipamientos e infraestructuras de primer orden, y crear puentes de colaboración con científicos que pueden ser aliados estratégicos de futuro, atraer y formar personas de gran potencial para mejorar la competitividad e internacionalización de las empresas", recoge Gaudes.

"Hace años que mi grupo de investigación colabora con laboratorios Esteve, y con el Plan de Doctorado Industrial vimos que era una oportunidad excelente de abrir nuevas posibilidades de colaboración", afirma Rafael Maldonado, investigador del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud (CEXS), y director de la Unidad de Neurofarmacología (Neurophar) de la UPF. De momento, hay en marcha dos doctorados industriales con esta farmacéutica, uno de los cuales a punto de concluir, que ya tienen continuación.

Laboratori del PRBB

“El doctorado ha sido el punto de partida para encontrar resultados positivos que abren una nueva línea de investigación", comenta Maldonado, que apostilla que "los doctorandos que tengo consideran muy positiva la colaboración con la industria porque pueden ver la perspectiva de la investigación básica y la valorización de su investigación, que es algo que a menudo falta con el doctorado tradicional". Hasta hace poco, se pensaba en la universidad como fuente de conocimiento sin ir al paso siguiente, de aplicar el conocimiento a la sociedad, destaca Maldonado, que considera que "ahora, la valorización pesa más y es esto lo que ha impulsado la creación de estos programas".

Para Sebastian, de la Escuela de Doctorado de la UPF, la principal ventaja de esta propuesta con respecto al estudiante es que lo dota de competencias transversales. En un mundo donde cada vez tiene menos sentido ser expertos en audiencias, o en un tipo de moléculas y donde hay ser cada vez más capaces de buscar fuentes de financiación y de trabajar en equipo, entre otros, es básico disponer de competencias aplicables a cualquier empresa. Y en este sentido, "el doctorado industrial es una excelente oportunidad para aprender todo lo necesario para luego emprender y montar tu historia o tu empresa. En la universidad aprendes a hacer investigación y durante el doctorado, como funciona una empresa. Por tanto, ahora te pones tú".