Hay algunas razones internas a las universidades y otras externas. Las razones internas incluyen el auge de la gestión con un estilo corporativo en la mayoría de las universidades, el cambio del equilibrio de agendas y finalidades, y la subcontratación y precariedad asociadas (es decir, la precariedad) del personal universitario. Sin duda, la inseguridad económica dificulta que el personal universitario se oponga públicamente a un tema controvertido.

“Las políticas económicas destinadas a reducir el sector público, también defendidas por intereses poderosos, han recortado los recursos disponibles para la educación superior pública”

Las razones externas incluyen el aumento de movimientos de negación del conocimiento (negación del cambio climático, negación de la causa del cáncer, negación de la "teoría de género"), a menudo con el apoyo de intereses poderosos. Las políticas económicas destinadas a reducir el sector público, también defendidas por intereses poderosos, han recortado los recursos disponibles para la educación superior pública.

Las "verdades incómodas", como las causas del cambio climático, a menudo son difíciles de transmitir porque este conocimiento está en interés de una mayoría difusa, mientras que el negacionismo cuenta con el apoyo de grupos de interés compactos y con buenos recursos. Sin embargo, el trabajo paciente, en gran parte realizado por trabajadores universitarios, ha ido extendiendo el conocimiento poco a poco.

Sí, absolutamente. En lugar de hablar de la “era del antropoceno", deberíamos hablar del “socioceno", ya que la degradación ambiental no la causan sólo los humanos, sino las instituciones humanas, las economías, las ideologías, la toma de decisiones, las tecnologías y las estrategias de crecimiento y beneficio efectivos. Y son los procesos sociales y la acción colectiva -como el desarrollo y la absorción de la generación de energía solar y eólica, la presión social contra la contaminación industrial o la oposición a la extracción de combustibles fósiles- quienes dan una oportunidad de supervivencia a la humanidad en la catástrofe, en cuanto al desarrollo al que ahora nos enfrentamos.

“En lugar de hablar de la ‘era del antropoceno’, deberíamos hablar del ‘socioceno’"

Ya existen algunos modelos excelentes de participación generalizada en el trabajo intelectual. Describo algunos en mi libro The Good University: ornitología popular (birdwatching); astronomía popular; o el sorprendente movimiento 'Dig Where You Stand' en Suecia, con trabajadores que investigan la historia de sus propios puestos de trabajo e industrias. Dentro de las universidades, hay muchas formas de implicar a todos nuestros estudiantes en la producción de conocimiento, no sólo en la recepción. (Desgraciadamente, la externalización de cursos y planes de estudios “preempaquetados” empujan en la dirección contraria).

“Cuanto mayor es el número de personas que participan en la elaboración de la ciencia, menos probabilidades de ser engañadas por la retórica de la propaganda negacionista”

Cuanto mayor es el número de personas que participan en la elaboración de la ciencia -ciencias naturales y ciencias sociales-, menos probabilidades de ser engañadas por la retórica de la propaganda negacionista. La mayoría de negaciones se presentan como consejos "expertos", aunque la experiencia a menudo es ficticia. La táctica se basa en que la audiencia no entiende realmente los problemas. ¡La experiencia práctica generalizada de la creación de conocimiento y el trabajo intelectual es la mejor defensa!

¡Esta es una gran pregunta, que merece una respuesta más completa de la que puedo dar aquí! Una parte crucial de la respuesta es que las principales decisiones en el mundo contemporáneo las toman instituciones (corporaciones, estados, mercados, fuerzas militares) fuertemente jerárquicas y controladas mayoritariamente por grupos privilegiados con poderosos incentivos para mantener sus propios privilegios. Entre sus herramientas se encuentran la policía, la "financiarización", el control de los medios de comunicación, los nuevos sistemas de vigilancia, la intervención armada y la selectividad social en educación, salud, vivienda y acceso a la carrera profesional.

“Las principales decisiones en el mundo contemporáneo las toman instituciones fuertemente jerárquicas y controladas mayoritariamente por grupos privilegiados con poderosos incentivos para mantener sus propios privilegios”

Los grupos de élite del mundo no están unidos: de hecho, existe una historia llamativa de conflictos entre ellos, cambios de poder y alianzas cambiantes. Esto da motivos para la esperanza, puesto que "los más débiles" pueden participar, y a menudo lo hacen, en alianzas para el cambio. Pero esto tampoco está garantizado. Es una característica del populismo contemporáneo que los líderes autoritarios puedan popularizarse afirmando que representan a los excluidos. Es habitual en Internet, por ejemplo, que grupos reaccionarios se presenten como "víctimas". Necesitamos un concepto sólido de justicia social para superar ese tipo de maniobras.

Existe un significado popular y técnico para "masculinidad". El significado popular es "actuar como un hombre", o "cómo se espera que actúe un hombre admirado". El significado técnico (esencialmente, para intentar hacer la idea más precisa) es una configuración diferente de prácticas asociadas a la posición estructural de los hombres en un orden de género determinado. El término plural "masculinidades" comenzó a utilizarse en la década de 1980 cuando varios investigadores y activistas de la política de género reconocieron múltiples formas de masculinidad y reconocieron que las diferencias no eran aleatorias entre sí, sino que estaban relacionadas con el orden de género más amplio.

El estudio de las masculinidades es importante porque en los órdenes de género contemporáneos, los hombres colectivamente son el grupo socialmente privilegiado (aunque muchos hombres no experimentan privilegios como individuos), que colectivamente tienen recursos cruciales para el cambio. Por tanto, si nos preocupa la igualdad de género, habrá que implicar a un gran número de hombres en el proceso, y muchas características de las masculinidades contemporáneas (como la cultura ocupacional masculinizada de los grupos de élite que he mencionado en la pregunta anterior) tendrán que cambiar.

Sí, creo que, definitivamente, actualmente existe más conciencia de las desigualdades de género que en períodos anteriores de la historia. Los datos de las encuestas sociales, por ejemplo, muestran tendencias a largo plazo en esa dirección. La generación más joven tiende especialmente a apoyar la igualdad de género. También existen evidencias institucionales: actualmente, 189 países (casi la totalidad de miembros de la ONU) han ratificado la CEDAW, la Convención de la ONU sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres; y en muchas jurisdicciones se han adoptado leyes contra la discriminación y la igualdad de oportunidades.

“Creo que, definitivamente, actualmente existe más conciencia de las desigualdades de género que en períodos anteriores de la historia”

Pero también existen contratendencias. Más de una cuarta parte de los países que ratificaron la CEDAW lo hicieron con reservas. En algunos países existe actualmente un aumento de la acción política para imponer restricciones a la vida de las mujeres, criminalizar el aborto, criminalizar la homosexualidad o negar la atención médica y otros derechos a mujeres y hombres trans. La igualdad de género vuelve a ser un campo de batalla. Estamos en el camino hacia la igualdad de género, pero es un camino disputado. Puede haber graves contratiempos, como vemos en Afganistán bajo los talibanes, y en los estados de EEUU controlados por el Partido Republicano. El progreso social no es automático; todavía necesitamos activismo y necesitamos investigaciones que apoyen la acción para el cambio.