El flamante primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, lo tendrá igual de difícil que su efímera predecesora. Primero, no ha sido elegido en unas elecciones generales y, segundo, no puede permitirse hablar abiertamente del elefante en la habitación: el coste del Brexit. Los tories han quedado atrapados en una telaraña comenzada por el propio David Cameron cuando convocó el referendo del 2016, en un partido dividido en esta cuestión y que después se ha visto obligado a gestionar tanto la salida de la Unión Europea como sus consecuencias.

 

Tras largas negociaciones, la salida efectiva del país del mercado europeo se produjo en enero del 2020. Desde entonces, una pandemia y una guerra que han afectado a la economía mundial han enmascarado el efecto del Brexit. Pero el tiempo para las excusas ha terminado y la comparativa de recuperación y crecimiento entre países del G-7 y Reino Unido evidencia que el país está estancado. Y ya no puede culparse a la UE.