Atrás Un nuevo confinamiento es posible, pero podemos evitarlo. Fernando G. Benavides.

Un nuevo confinamiento es posible, pero podemos evitarlo. Fernando G. Benavides.

Fernando G. Benavides es catedrático de Salud Pública en la UPF e investigador del Centro de Investigación en Salud Laboral (CiSAL: UPF-IMIM).
14.07.2020

 

 

Artículo publicado en El Periódico el 12 de julio de 2020

Mi profesor de salud pública, doctor Enrique Nájera, nos explicaba en clase, hace ya unos años, un cuento sobre un pueblo situado cerca de un barranco, que los vecinos habían de bordear para ir y volver del trabajo cada día, y donde de tanto en tanto se producía alguna caída. Las autoridades, con buena intención, decidieron que había que construir un hospital al fondo del barranco, para así tratar rápidamente y evacuar, si fuera necesario, a los heridos. Hubo que esperar a que hubiera varios heridos, algunos graves, para que pusieran una valla y señalizaran el barranco.

Me acordaba de esta historia al ver las imágenes de las autoridades del país inaugurando hace unos días un hospital de campaña en Lleida. Imagen que se repite como fondo de las noticias posteriores sobre el brote, como la imagen icónica de lo bien que lo hacemos. La pregunta es ¿dónde está la salud pública?, ¿por qué esperamos a que las personas se caigan por el barranco?

Un análisis de los brotes de Lleida identifica, en primer lugar, la escasez de los recursos de epidemiología de campo. Esto es, de profesionales sanitarios con capacidad real para rastrear sobre el terreno, yendo a las casas o a las empresas.

Esto que sucede en Lleida era previsible, pero no tenía porque haber ocurrido. Las medidas preventivas no se han implementado con los recursos necesarios. De nuevo estamos ante una acumulación de casos que pone en tensión el sistema asistencial. Una tensión que si aumenta, no dejará otra salida posible que un confinamiento aún más estricto que el que se está aplicando estos días. Como el que hemos vivido en los meses de marzo a junio.

¿Lo podemos imaginar? Sería un golpe muy duro, tanto psicológico como social. ¿Lo aguantaría el sistema sanitario? La economía se resentiría, y la esperada recuperación rápida sería el sueño de una noche de verano.

Pongamos un poco de orden, y preguntémonos por qué estamos aquí. Habíamos establecido, con un consenso muy amplio, que tras el desconfinamiento, después de un comportamiento ejemplar de los ciudadanos en general y de los trabajadores esenciales, entre ellos los sanitarios, de manera particular, era el turno de, primero, mantener la distancia física (más protección facial e higiene de manos) principalmente en los lugares cerrados (los lugares de trabajo, transporte y ocio fundamentalmente) y, segundo, un sistema de identificación de casos, lo más rápidamente posible, pues ahora tenemos suficiente capacidad diagnóstica, y el seguimiento de los contactos para aislarlos si fuera necesario.

Observamos sorprendidos la ausencia de coordinación de la salud pública con los servicios prevención de riesgos laborales en las empresas.

De esta manera podíamos mantener la dispersión del coronavirus bajo control hasta la llegada de la vacuna.

Un análisis de los brotes de Lleida identifica, en primer lugar, la escasez de los recursos de epidemiología de campo. Esto es, de profesionales sanitarios con capacidad real para rastrear sobre el terreno, yendo a las casas o a las empresas, pues no es operativo que alguien por teléfono te diga desde Barcelona dónde está el caso, y qué necesita para que se quede en casa.

Lo hizo Alemania desde el principio. ¿no hemos aprendido de los mejores, al menos en esto? Esta es la inversión en infraestructura necesaria, no los hospitales al fondo del barranco. Pero también, en segundo lugar, observamos sorprendidos la ausencia de coordinación de la salud pública con los servicios prevención de riesgos laborales en las empresas.

 

Acción, reacción

¿A qué esperamos para poner a los servicios de prevención de riesgos laborales de las empresas a la orden de la Agència de Salut Pública de Catalunya? ¿Es que la situación no lo exige? Más cuando la campaña de recogida de la fruta en Lleida atrae a miles de personas jóvenes, que en algunos municipios doblan a la población autóctona, y que son fundamentales para la recuperación económica de la comarca del Segrià y de todo el país.

Además, muchos de ellos son inmigrantes irregulares a los que hay que regularizar (Gobierno central) como primer paso para que sus derechos, de todo tipo, les sean reconocidos y respetados. Invertir en prevención es la alternativa para no volver al confinamiento, y la garantía para salir fuertes de la crisis económica en la que ya estamos. ¿A qué esperamos?

 

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