Autor: SALAZAR,
Domingo de |
Localización
y transcripción: Manel Ollé Rodríguez |
Carta del obispo de Manila, Domingo de Salazar al Rey Felipe
II
Manila, 8 de abril de 1584
C.R.M.
Aunque
quedo con mucha duda de si ésta a de yr a manos de V. Magestad, por aver de
yr primero a la China, y no saver el viaje que de allí será Dios servido darle,
pero por dar compañía a los pliegos que por no haver hecho viaje dos navíos
que el año pasado de acá partieron, están represados, y si Dios diere buen
viaje a la nao que está en la China y van a manos de V. Magestad, me paresçió
escrevir esta declaraçión de lo que en las otras escrivo, porque como estamos
tan apartados de V. Magestad desde que una carta que se escribe hasta que
aya otra ay tanta mudança en las cosas que muchas veçes es menester escrivir
al contrario de lo que entonçes se escrivió, no porque entonçes se aya escripto
cosa que entonçes no fuese verdad y no porque mudándose las cosas, neçesariamente
se a de hablar de ellas diferentemente de como antes se havía hablado.
En
el navío que el año pasado partió de acá por Sant Juan, escriví a V. Magestad
muy largo de todo lo sucedido hasta allí, y por ser varias las materias escriví
a V. Magestad muy largo de todo lo suçedido hasta allí, y por ser varias las
materias escriví cada cosa en su carta, y entre ellas fué una la tocante a
la China, con la qual embié a V. Magestad una ynformaçión del estorvo que
en aquel rreyno, por parte de los governadores de él, se ponía a la predicaçión
del evangelio, sobre lo qual fundé el paresçer que en la carta escrivo de
que V. Magestad con justo título podía embiar su exército y haçer guerra a
los de la China, y a costa de ellos pagar a los que viniessen a la tal expediçión,
y otras propusiçiones que a este propósito en aquella carta afirmo según por
ella aparesçerá, lo qual todo es verdad y conforme a la doctrina de los teólogos
que mejor en este casso sienten, supuesto ser verdad lo que de los governadores
de aquel reyno se dize y en aquella ynformaçión se a provado.
Pero
como las cosas de aquel rreyno nos an sido tan ocultas por la poca comunicaçión
que entre ellos y nosotros a avido siempre, hemos andado a tiento sin aver
podido saber con çertidumbre lo que entre ellos passa. Más nuestro Señor,
que según sus secretos juicios tiene determinado el tiempo en que aquel çiego
rreyno a de venir a conoçer la luz del ebangelio, pareçe que va ya abriendo
camino como esto se haga, y este gran bien a querido su divina Magestad del
mal que a todas estas yslas a venido a aver ydo con tormenta a dar en la China
un navío que yva a la Nueva España, en el que los vezinos de estas çiudad
avían embarcado lo que se escapó del yncendio para arrecuperar en algo la
pérdida que entonces les vino, quedando toda esta çiudad asolada y abrasada.
Y con la pérdida del navío que fué a dar a la China, an quedado todos tales
que es lástima ver quales andan; pero de este daño temporal a sabido Dios
sacar un tan gran bien, que aunque por aora no se save lo que de él suçederá,
empero sólo lo que por esta vía emos sabido vale e ymporta más que todo lo
que de allí se perdió y mucho más que se pueda perder. Ya V. Magestad save
que a muchos años que los portogueses vinieron a la China, y por conçierto
que con los chinas tuvieron, hizieron su avitaçión en la ysla de Macán, y
cómo supieron la venida de los castellanos a estas yslas, luego se temieron
que avíamos de pasar a la China y quitarles a ellos la contrataçión que en
aquel rreyno tienen, o a lo menos por las pendençias y emulaçiones que entonçes
entre castellanos y portogueses avía, pesávales mucho que los castellanos
travassen amistad con los chinas, pretendiendo ser aquel rreyno de la marca
de Portugal, para esto usaron de una maña no muy fundada en cristiandad que
echaron fama entre los chinas que los castellanos eran ladrones corsarios
y que no andavan sino a rrobar, y que si a la China yvan era con propósito
de saquear alguna çiudad, y los que yvan como desmandados era por disimular,
siendo espías de los que acá quedavan.
A
nosotros nos hazían entender que en la China avía una ley que qualquier estrangero
que en aquel reyno entrase sin liçençia del governador de la provinçia donde
fuese avía de morir o ser esclavo del Rey. Con este engaño nos trayan a unos
y a otros atemorizados, por lo qual ellos andavan rrecatados de nosotros,
y nosotros no nos atrevíamos a yr a ellos.
Este
discurso no me atreviera yo a escrivirlo a V. Magestad si no tuviera tanta
provavilidad de lo que digo, que sin escrúpulo me atreviera a firmarlo, porque
aún después que yo estoy en estas yslas, e visto estas dos cosas provadas
porque a çiertos rrelgiosos que de estas yslas allá fueron con mucha dificultad,
se escaparon de la muerte, teniéndolos los chinas por espías de los que quedaríamos
en Luzón, y les dixeron que todos éramos ladrones. Y los vezinos de la çiudad
de Macán me escrivieron aquí el año passado sobre que tratase que ninguno
de estas yslas fuesse a la China, porque a todos quantos fuesen los matarían.
Este
engaño, causado por los portugueses o por otra qualquier vía, en que hemos
estado los chinas y nosotros, a desecho nuestro señor ordenando que esta nao
con tormenta llegase a la China, donde al principio, pensando que eran corsarios,
los trataron mal, pero viendo una nao sin arma y llena de mercaderías, entendieron
que eran mercaderes y no corsarios. Luego les ayudaron a descargar la rropa
para adereçar el navío y tornarla a embarcar, y les dexaron yr en paz a Macán.
Y me afirman algunos de los que fueron por tierra a Canton, que fueron en
el camino muy bien tratados, y que llegados allá los trataron mexor que a
los portugueses, con más respecto. Y les dixeron que como pagasen los derechos
al Rrey, querían todas las vezes que quisiesen yr de estas yslas a contratar
allá, que ellos holgarían de ello. Esto es lo que de la arribada de aquel
navío hemos sacado luz, por donde claramente consta ser falso que matan en
la China a todos los que van sin liçencia a ella, y que no ay ley que proyva
el entrar en ella, y que perdiendo la mala opinión que de nosotros tienen,
holgarán que tengamos comerçio con ellos.
Pues
como yo en la carta que sobre lo negoçios de la China a V. Magestad escrivo,
digo que porque de los governadores de ella está con tanto rrigor mandado
que ningún estrangero entre allá, y que por esta parte se cerrava la puerta
para que la predicación del evangelio no pudiesse entrar en quel reyno, fundando
eso el poderles hazer guerra, pareçióme estar obligado a dar aviso a V. Magestad
de la notiçia que después se tiene açerca de esto, por no ser causa que por
callar yo venga algún mal a quien no lo mereçe. Y también lo hago para que
V. Magestad sepa que si alguna vez escriviere algo y después supiere otra
cosa, no dexaré de enmendar lo que oviere errado, más porque este negoçio
es de tan grande ynportançia como V. Magestad vee. Lo que hemos acordado para
que la verdad de él sea toda a V. Magestad manifiesta es que so color de yr
a poner cobro en aquel navío, vayan de esta çiudad dos personas: una por parte
del governador, que es el facto Juan Baptista Román, y tra por parte mía,
que es el padre Alonso Sánchez de la Compañía de Jesús, que aora un año vino
de allá. Entrambos a dos tales personas quales para tan grande negoçio se
rrequieren, y que cada uno por la parte que le trae sabrá muy bien representar
lo que a caro lleva. El yntento que en esta jornada hemos tenido es dar a
entender a aquellos bárbaros la potençia de V. Magestad, y quanto les ymporta
tener comerçio y amistad con sus vasallos, y que barrenen y penetren los yntentos
que estos governadores tienen, y con qué propósito están para que, si de bueno
a bueno quieren rreçibir el bien que, por medio de V. Magestad, Dios y la
Yglesia les embia, se haga sin sangre, lo que Dios con tanta venignidad quiere
que se haga; y si pareçiese severidad el estorvo e ympedimento que los governadores
a la predicaçión del evangelio ponen según hasta aquí se ha entendido, en
tal caso V. Magestad, a quien Dios y su Yglesia tienen cometida y encargada
la comversión de tan ynumerables ynfieles como en estos rreynos están, verá
lo que según esta obligaçión se deve hazer, que pasando la cosa conforme a
lo que en la ynformaçión que a V. Magestad embío, va probado otra vez, torno
a dezir, que no solamente podía V. Magestad con mano armada entrar en la China
y abrir con armas la puerta por donde entre el evangelio, pero si los negoçios
de por allá no lo estorvarem, estará V. Magestad obligado a hazerlo así. Y
por embiar a V. Magestad certidumbre y claridad de lo que en esto ay, van
a la China estas dos personas. Espero en la bondad y misericordia de N. Señor,
que en los tiempos de V. Magestad se atribuya la gloria de aberlos rreduzido
al conozimiento de Dios y gremio de la Sancta Madre Yglesia.
En
el pliego del segundo navío, escriví a V.Magestad una carta que es copia de
otra que el año pasado fué por la vía de Malaca, en que va una, que los ynquisidores
de México me escrivieron sobre que querían poner comissario del Sancto Offcio
en estas yslas, y la que yo a esta carta les rrespondí, y porque en la carta
que va (...) a V. Magestad declaro las rrazones que ay para que no se aya
de poner aquí comissario, y los yncombenientes que se siguen de que vaya.
No quiero tornarlo a rrepetir en esta, más de çertificar a vuestra Magestad
que los yncombenientes que en la carta van expresados, se an visto después
acá por experiençia en cosas que an acaesçido y bien claro está quan yntolerable
e ynsufrible cosa sería si para los negoçios y causas perteneçientes al foro
de la justiçia rreal no oviesse en estas yslas quien las pudiesse determinar,
sino uno o dos alguaciles con facultad de solamente hazer informaçión y prender
y remitir a México. Pues siendo que en las cosas que al fuero de la justiçia
rreal toca, no era cosa que se podía sufrir, como a de querer V, Magestad
que se sufra en las tocantes en las tocantes a la fee y sancto officio de
la ynquisiçión, que son tanto más graves y peligrosas que las otras, quanto
haze de ventaja lo espiritual a lo corporal, y el daño y perjuicio que de
aver en estas ylas comissario del sancto officio, de la manera que los ynquisidores
de México se sigue, no sólo es para los que por el sancto officio fueron presos
o yndiçiados, como en la carta de V. Magestad declaro, pero en los mismos
negoçios de la fee se le sigue muy grande, porque por esta vía o nunca se
acavarán, o tan tarde que muchas vezes és de antes hecho el daño que se le
pueda poner reparo. Yo digo lo que açerca de esto me pareçe conveniente, V.
Magestad provea lo que más servido fuere.
Des
estado en que esta tierra queda no quiero en ésta tratar a V. Magstad cosa
alguna, aunque avía harto que dezir, pues de aquí a dos meses, plaziendo a
N. Señor, a de salir de aquí un navío que vaya derecho a la Nueva España.
Si Dios hasta allá me diese vida, en él daré a V. Magestad quenta de todo
lo que pasa según lo que he hecho en los demás navíos que de acá an partido,
y de lo que allí va escripto podrá V. Magestad conjeturar quales devemos quedar
los que bivimos en estas yslas, pues quando esperamos el rremedio que avíamos
menester, dió al través en la China, y aunque perder allí las haziendas fué
para esta rrepública tan gran pérdida, como arriba digo, pero la mayor fué
averse de pasar tanto tiempo en que V. Magestad venga a saberse de nosotros,
y este es uno de los mayores riesgos que en estas tierras se corren, que aviendoles
de venir de V. Magestad el bien que an menester y el rremedio de los males
que pasan, para uno y lo otros se pase tanto tiempo que cando de acá se escrive,
una carta, queda el que la escrive casi sin esperança de ver respuesta de
ella, y ntretanto por acá, padeçense muchos travajos, y como el rremedio está
lejos, los travajos de cada día se van haziendo mayores y menor la esperança
de verlos rremediados. Dé Dios. A V. Magestad larga vida, que aunque la gran
distançia del camino nos haze desmayar la çertidumbre que tenemos del cristianismo,
por boca de V. Magestad pone esperança que savido lo que acá passa, lo a de
mandar con toda brevedad rremediar, y el bien de toda esta tierra y el rremedio
de los males que ay en ella está en que V. Magestad nos dé un governador que,
apartados los ojos de los propios yntereses y aprobechamientos, los ponga
en el serviçio de Dios y el de V. Magestad y en el bien de esta rrepública,
que tan (...) y acavada la hallará, que por muy buena maña que se dé y diligençia
que en ello ponga, terná harto que hacer y no hará poco en sustentarla que
no se acave de perder, y si mucho tarda, podría ser no hallar qué rremediar.
N. Señor por (...) misericordia, alçe de sobre nosotros su yra, y a V. Magestad
alumbre para que nos obre (...) de tal persona qual para buen govierno de
esta tierra es menester. De Manila, 8 de abril de 1584.
C.R.M.
Besa
las manos de V. Magestad su menor siervo y capellán
El
Obispo de las Filipinas
Fray
Domingo Salazar